Hay momentos en la vida de las personas en los que la música desempeña un papel fundamental, más allá de actuar en grupos folklóricos, llega a ser una parte sustancial de un instante preciso, emocionante, enriquecedor y bello. No faltan historias curiosas y emocionantes alrededor de la existencia de Guanapay, pero hurgar en el pasado es romper y traicionar algo de si mismos. Es mejor recordar su auténtica expresión, su extraña profundidad.
La Rondalla fue voz antes que letra, un aliento de caminante, sendero abierto de convivencia. En estos años hemos asistido a una creciente familiarización del nombre de "Guanapay". Su proyección es el resultado de varios años de estabilidad y de cooperación de un conjunto de personas con deseos de comunicarse y deliberadamente intentar diseñar un ámbito que fue compartido y no manipulado.
Las voces fueron quedando ya para siempre en la confusa imaginación, vaga, aproximada, inexacta; pero pasan a formar parte de la memoria de este grupo, que les honra. Hoy, los nuevos retos son como combinar contenidos tradicionales y procesos de aprendizaje, equilibrio entre lo conocido y la adaptación a una realidad social que cambia a gran velocidad. Pero no está de más recordar que Guanapay siempre mantuvo una relación con el pueblo de tú a tú, por lo menos, por el empeño de mantener esas cuatro cosas serias en que seguir creyendo.